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Cuentos

El Sueño del Gusano - Cuento Tradicional del Tibet

Un pequeño gusano caminaba un día en dirección al sol.

Muy cerca del camino se encontraba una hormiga, quien le preguntó: -¿Hacia dónde te diriges?

Sin dejar de caminar, contestó: -Anoche tuve un sueño, soñé que desde la punta de la gran montaña yo miraba todo el valle. ¡Me gustó tanto lo que vi en mi sueño que he decidido realizarlo!
La hormiga sorprendida, viendo cómo su amigo se alejaba, le gritó: -¡Debes estar loco! ¿Cómo podrás llegar hasta aquel lugar? ¡Si eres una simple oruga! Una piedra será una montaña para ti, un pequeño charco será un mar, y cualquier ramita será una barrera imposible de atravesar.
Pero el gusanito ya estaba lejos y no lo escuchó. Sus diminutos pies no dejaron de moverse.

De pronto oyó la voz de un escarabajo: -¿Hacía dónde te diriges con tanto empeño?

El gusanito le dijo jadeante: -Anoche tuve un sueño y deseo realizarlo, subiré a esa montaña y desde allí ¡contemplaré todo nuestro mundo!

El escarabajo riéndose a carcajadas le dijo: -Ni yo, con patas más grandes que las tuyas, intentaría llegar hasta allí ¡es imposible!
La oruga sudando continuó su camino, ya había avanzado unos cuantos centímetros.

También se encontró con una araña, un ciempiés, una rana, una flor… todos le aconsejaron a nuestro amigo que regrese a su casa.
 ¡No lo lograrás jamás! -le dijeron-
Pero él continuó. En su interior había un impulso que lo obligaba a seguir.

Ya agotado, sin fuerzas, decidió parar a descansar. -Estaré mejor- fue lo último que dijo, y murió.
Todos los animales del valle se reunieron alrededor de él, lo consideraban alguien que murió por querer realizar un sueño irrealizable.

Una mañana en la que el sol brillaba intensamente, todos los animales se volvieron a juntar en torno a aquello que se había convertido en una advertencia para los atrevidos.

De pronto quedaron atónitos. Aquel armazón duro comenzó a quebrarse y con asombro vieron unos ojos y una antena que no podía ser la de la oruga que creían muerta.


Poco a poco,  fueron saliendo unas hermosas alas de los colores del arco iris. Aquel impresionante ser que tenían frente a ellos era una mariposa.


Todos quedaron sin palabras… Pudieron contemplar cómo se fue volando hasta la gran montaña a realizar su sueño, el sueño por el que había vivido, por el que había muerto y por el que había vuelto a vivir.
Deseo que les guste
 y lo compartan con sus niños,



Cuento Tradicional Tibetano

Cuento Maorí: Matariki y las siete estrellas


(Matariki es el nombre Maorí para las estrellas conocidas como las Pléyades del grupo de las Siete Hermanas, relacionadas con la celebración del año nuevo Maorí)

Un día mamá pez les dijo a sus siete hijitos:

- Escuchadme con mucha atención. Aseguraos de nadar cerca de las rocas y no os aventuréis por el mar abierto pues hoy Tataraimaka va a pescar.

Tataraimaka era un gigante pescador que tenía una enorme red negra, ésta hacía magia y había sido tejida con el lino que crecía en la Bahíade los Espíritus.

Un día que el mar estaba tranquilo, brillante y transparente, apareció un hermoso arco iris que bailaba con las estelas de agua. Los pececillos encantados con todos sus colores, inventaban juegos muy divertidos y así, pronto olvidaron las advertencias de su mamá y no tuvieron cuidado ante el peligro que se avecinaba. La negra red golpeó el agua de improviso y los siete pececillos fueron atrapados. Lloraban y lloraban haciendo cada vez más salado el mar con sus lagrimas.

Tane el Dios de la luz, escuchó sus llantos y se compadeció de ellos; así pues, le quitó la red a Tataraimaka y alzándola hacia lo mas alto, transportó a los pececillos hasta el cielo. Alli se convirtieron en brillantes estrellas que puedes ver cada noche allá lejos, en el horizonte.
Seis de ellas tienen nombre: TohetiToheta,Tupu a rangiTupuanukuUrurangi y Waipuna a rangi.



La séptima permanece sin nombre porque es la estrella de todos los niños del mundo, la tuya también. Antes de dormir, desde tu camita puedes ponerle un nombre y así, cuando cierres los ojos, dormirás entre amigos con  felices sueños.

Cuentos Maorí





Cuento El Roble y El Junco

Cuentan que una vez crecieron juntos un junco y un roble. Al cabo del tiempo el roble se hizo un enorme y engreído árbol que menospreciaba al junco burlándose de esta manera:
 
- ¡Qué pequeño y débil eres!. Ni siquiera tienes ramas y tu tronco no aguantaría ni un cuarto de kilo. Yo, sin embargo, soy grande, tengo poderosas ramas y mi tronco es mil veces más robusto que el tuyo. No sé ni siquiera por qué te hablo. -
  
juncoEl junco ni se inmutaba ante tales palabras, mas se entristecía de que su compañero, el roble, estuviese tan pagado de sí mismo.
Un día un tornado arrasó la comarca y mientras que el roble se oponía a la virulencia del aire con todo su vigor, el junco se plegaba. Tan fuerte era el tornado, que terminó arrancando el roble.
Cuando llegó la calma, el junco se mantenía en pie porqué no se opuso frontalmente a la enorme fuerza que les atacaba, sino que la supo eludir, mientras que el roble cayó por creerse invulnerable, terminando por convertirse en leña para los leñadores. Al verlo el junco se decía:
Tanta vanidad y soberbia ¿de qué te han servido? Tu inflexibilidad ante el tornado te ha llevado a tu propia caída.

   
                                                                                           



Cuento Inca: La Leyenda del Oso Ukuku

   
En el pueblo Inca de Ollantaytambo, a orillas del río Vilcanota, vivía un apuesto y gallardo joven llamado Rumy, el cual estaba sumamente enamorado de la hermosa princesa Chasca, que era hija del soberano Inca. Como Rumy era muy pobre, se tenía que ver en secreto con la princesa Chasca, porque el Inca quería casar a su hija con un hombre muy rico y poderoso llamado Layka, que además era brujo. Todas las mañanas Rumy se encontraba con Chasca y jugaban alegremente en el río, nadando y haciendo piruetas. De esta manera ellos eran muy felices.

El viejo Layka era muy astuto y malvado, y trataba de engañar al Inca haciéndose el bueno, para así poder casarse con la bella princesa Chasca. De es esta manera, para lograr su objetivo, le llevaba muchos regalos al Inca. Le ofrecía vasijas llenas de oro, joyas y ropas lujosas tejidas en oro y plata. Para ganarse su favor, también solía obsequiarle regalos a la Colla, esposa del Inca y madre de Chasca. Layka no hacía todo esto por bondad, sino por interés, para llegar a ser algún día un príncipe inca.
Como Layka tenía poderes de visión, una mañana consultando con su esfera mágica de cuarzo, vio que la princesa Chasca se encontraba todos los días con Rumy en el fondo del río, por eso nadie se daba cuenta de su relación, porque se veían en secreto. Layka primero pensó en denunciar a Rumy para que fuera castigado por el Inca. Pero como era astuto, malvado y envidioso, se puso a idear un malévolo plan para vengarse. También temía que el Inca, siendo tan benévolo, pudiera perdonar a Rumy y permitir su casamiento con la princesa Chasca.
 El brujo Layka comenzó a trazas planes para poder separar a la princesa Chasca de su amado Rumy, pero esto no era nada fácil porque los jóvenes estaban muy enamorados, y era casi imposible apartar al uno del otro. Entonces, APRA cumplir con su objetivo, consultó con otros brujos malvados, pero a nadie se le ocurría nada que pudiera separar a los jóvenes. De pronto, a Layka se le vino la perversa idea de convertir a Rumy en oso, y de esta manera separarlos para siempre. Así que le lanzó un potente conjuro, y a la mañana siguiente Rumy se despertó convertido en oso.
Rumy, ahora con la apariencia de un oso por el conjuro del malvado brujo Layka, sin entender lo que sucedía, se fue como todas las mañanas a encontrarse con su amada Chasca al río Vilcanota. Cuando la vio se llenó de alegría. Pero ella, al ver un oso, se asustó muchísimo y empezó a correr. Rumy gritó: “Chasca, no tengas miedo, soy yo, Rumy…, alguien me convirtió en oso”. Entonces Chasca se volvió y vio la vincha que ella le había regalado a Rumy en la cabeza del oso. También reconoció la voz de Rumy y se tranquilizó.
Al reconocerse, Rumy y Chasca se abrazaron con mucho amor y alegría por su reencuentro y dedicaron un buen tiempo a conversar acerca de lo que tenían que hacer para escapar del brujo Layka y de sus conjuros maléficos. Finalmente decidieron que debían apartarse de la gente a un lugar lejano donde nadie pudiera encontrarlos. Así escogieron ir a vivir a las cercanías de la gran montaña llamada Apu Verónica, cuyas cumbres permanecen siempre nevadas.
Como fruto del inmenso amor que se tenían, Rumy y Chasca tuvieron un hijito al que llamaron Ukuku. Este era un niño que tenía apariencia de oso y de humano. Siempre estaba alegre y era juguetón. Tenía muchos amigos entre los animales y hacía travesuras jugando con el zorro, el cuy, el puma, el cóndor y el venado, que celebraban con alegría sus bromas. Todos lo querían muchísimo porque era bondadoso y ayudaba a sus padres y amigos cuando lo necesitaban.



                               

Un día, cuando Ukuku paseaba tranquilamente, de repente vio a lo lejos a un grupo de guerreros, encabezados por el brujo Layka, que venía a vengarse de sus padres. Entonces Ukuku les avisó para que escapasen y no fueran atrapados por el brujo. Chasca y Rumy, convertido en oso, comenzaron a correr hacia las altas montañas nevadas que conocían muy bien, porque llevaban viviendo allí varios años y conocían todos los lugares donde podían esconderse para no ser atrapados.
Sin embargo, los guerreros de Layka eran muy veloces y estaban acostumbrados a perseguir fugitivos siguiendo sus huellas. Además Laika había prometido dar mucho oro y plata, armas y ropas finas a los guerreros que capturaran a Rumy y a la princesa, y estaban a punto de capturarlos para entregarlos a Layka. Entonces, Ukuku, desesperado por querer salvar a sus padres, habló con sus amigos, los espíritus de las montañas, y les pidió que mandaran una avalancha de piedras que finalmente sepultó al malvado Layka y a sus guerreros.
Luego Ukuku solicitó a los buenos Apus, espíritus de las montañas, para que protegieran en todo tiempo a sus padres, Rumy y Chasca. Entonces los Apus convirtieron a sus padres en dos hermosas montañas nevadas y fueron inmortales y felices para siempre. De esta manera, Ukuku salvó a sus padres, y él se quedó viviendo con sus amigos los animales; y sus papás Rumy y Chasca, transformados en hermosos nevados, permanecen juntos siempre. Así en el Perú, donde hay una montaña nevada existe un oso Ukuku, que es el defensor y custodio de los nevados, que recuerdan a la gente el profundo amor de Rumy y la princesa Chasca.


Cuento Inca
                                                                                   

La Pareja. Un CUENTO sobre Shiva y Parvati

Introducción 
En la filosofía hindú, como en casi todas las grandes tradiciones filosófico-religiosas, el Dios Uno Inmanente se desdobla en una trinidad: la Trimurti. En el período prevédico encontramos una primera trinidad –Nara, Nari y Viraj- que es oculta y no manifestada, una abstracción pura, Procedente de ésta, encontramos otra trinidad –Agni, Vayu y Surya- que es activa y es revelada como resultado de la creación. La Trimurti(1), que comprende Brahma, “el Creador”, Vishnu, “el Conservador”, y Shiva, “el Destructor y Regenerador”, pertenece a un período posterior, siendo una adaptación de las dos primeras, cristalizada en la forma de dogmas humanos. Estos tres Dioses encarnan tres fuerzas fundamentales, designadas como los gunas: Rajas, Sattva y Tamas. “Sattva es el guna –la cualidad- de Vishnu, la fuerza de cohesión interna, la luz de la consciencia. Tamas es el guna de Shiva, la fuerza de la dispersión, de la desintegración, la oscuridad de la cual el Universo emana y en la cual se funde. Sattva y Tamas permanecerían para siempre en su inercia respectiva si Rajas, la fuerza dinámica, no surgiese de la tensión creada entre ellas, a fin de desencadenar el proceso activo de la creación, la obra de Brama. Sin la energía de Rajas, no existiría sino el estado de sueño profundo, de sueño sin sueños, en el cual Shiva permanece, inmerso en la existencia pura” (2).

En la mitología hindú, Shiva, cuyo nombre significa “el Benéfico”, ocupa un lugar destacado, y está considerado como un Dios de primer orden. Está asociado a las cualidades de Voluntad y Poder en el 1º Aspecto (1º Logos); se encuentra en el origen de la creación, cuando todo es aún germen invisible, y está igualmente en el final de la desintegración, cuando todo regresa al No-Manifestado.

Shiva y su consorte Parvati representan la dualidad del Universo Manifestado: Espíritu y Materia, Purusha y Prakriti. La tradición cuenta (3) que:

Cuento:
El Cosmos giraba en torno a al Monte Mandara, y en su pico se encontraba Shiva, en serena meditación, desligado del mundo, transcendiendo a samsara (4).

Brama, el Dios Creador, se dirigió a Vishnu, el Salvador Cósmico, y le preguntó: “Si todas las criaturas sobre la tierra renunciaran al mundo como Shiva, el Universo cesará de existir. ¿Qué podría hacerse para evitarlo?”

Vishnu respondió: “Tenemos que conseguir una mujer que le traiga de vuelta al mundo. Para que la sociedad sobreviva, moksha –la liberación espiritual- deberá de ser complementada con el cumplimiento del dharma, el deber material. La senda de la renuncia, el yoga, deberá de ser compensada con el compromiso con la existencia, bhoga. Juntos, Shiva y su consorte habrán de generar el camino de en medio, aquél entre la participación y la renuncia”. Brama estuvo de acuerdo.

De repente, el antagonismo entre Brama se volvió claro para los dioses: Brama era rajásico, activo y energético, mientras que Shiva era tamásico, “pasivo” e “inerte”. Lo que Brama creaba, Shiva lo destruía; lo que Shiva destruía , Brama lo recreaba. Ambos justificaban la existencia del otro. Entre Shiva y Brama se encontraba Vishnu, totalmente sátvico, intentando crear constantemente crear un equilibrio entre el Creador y el Destructor.

“Pero ¿donde podemos encontrar una mujer que se equipare a Shiva en espíritu y fuerza?” exclamó Brahma.

Yo ya encontré una, la propia Diosa-Madre”, respondió Vishnu.

“Sí, sí. ¿Quién mejor que ella, la personificación de prakriti? Pero ¿ella aceptará?”

“Ella ya ha aceptado...mira, ya ha encarnado como Shakti, la hija más reciente de Daksha.”

“¿Cómo puedo yo casarme con ella si yo he renunciado al mundo?”, gritó Shiva ciando Vishnu le planteó la cuestión. Pero él no fue capaz de ignorar la intensidad del amor de Shakti.

“¿Por qué te quieres casar conmigo?”, preguntó Shiva a Shakti.

“Porque yo estoy incompleta sin ti y tú estás incompleto sin mí.”

“Pero yo no tengo nada que ofrecerte.”

“Yo no pido nada aparte de ti.”

La determinación de Shakti impresionó a Shiva, que la aceptó como su consorte. Brama y Vishnu contentaron a Dakha, el padre de Shakti y guardián de la civilización, al cual no le gustaba Shiva, pues éste era un eremita que no vivía de acuerdo con las leyes de la civilización. Un día Daksha tomo la determinación de realizar un prodigioso sacrificio, para el cual sería invitada toda la creación, excepto Shiva y Shakti. A pesar de que Shiva intentó convencer a Shakti para que desistiera de ir, ésta fue hasta la casa de su padre. Cuando ella llegó, junto al fuego sagrado estaban sabios, dioses y diosas, pero ninguno se levantó para recibirla; hasta su mismo padre no se mostró particularmente feliz al verla. De repente, todo quedó claro: Shakti se dió cuenta de que el sacrificio era un elaborado ritual con el objetivo de denigrar a su Señor. La humillación fue tan grande que la muerte pareció la mejor alternativa posible. La noticia de la muerte de Shakti dejó a Shiva destrozado y, entonces, cayó en el dolor. El Dios experimentó la angustia de la separación y de la soledad y se aisló en las cavernas heladas de los Himalayas.

La Diosa Madre, encarnación de toda la Materia, nunca es estable, está constantemente en un estado de movimiento. Su muerte fue apenas una transformación. Shakti volvería bajo otra forma. Los Dioses lo sabían y Shiva también...

En los Himalayas había un rey llamado Hivaman, casado con la reina Mena, que tenía una hija bellísima llamada Parvati o Uma, hija de las montañas. Parvati era Shakti reencarnada, y estaba decidida a reconquistar a su amado. Y así fue...Delante del fuego sagrado, Shiva y Parvati procedieron al ritual que los consagró marido y mujer y los volvió las dos partes del Todo. Los dos se completaban perfectamente, existiendo entre ellos una perfecta armonía, Parvati era la alumna perfecta y Shiva el profesor perfecto. A través de las sagradas conversaciones entre ellos, fueron revelados los secretos de los Vedas, el esplendor de los Sastras (5), y el mundo se enriqueció. El Cosmos se llenó de júbilo.

Con Parvati a su lado, Shiva hizo una declaración al mundo: Que se sepa, ninguna adoración o sacrificio será aceptada por los dioses mientras un hombre no tenga una esposa a su lado. Aquél que se aparte de las alegrías y de las tristezas de la vida, en vez de tratar con ellas, es un tonto, pues está huyendo de la Verdad. Aquél que es obcecado por los placeres y por los dolores de la vida, incapaz de ver la serenidad por detrás de ella, es un tonto, pues él también está huyendo de la Verdad.”

Ambos dijeron:

“La verdad se encuentra en la armonía entre el espíritu y la materia, entre el cuerpo, la mente y el alma, entre lo individual y lo social, entre la sociedad y la naturaleza, entre Purusha y Prakriti.”

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1.Nótese que Brama, Visnu y Shiva, las tres personas de la Trinidad manifiesta, intercambian constantemente sus atributos, siendo mutuamente convertibles en el otro. En la doctrina esotérica, todos ellos son una única y la misma manifestación “De Aquél cuyo nombre es demasiado sagrado para ser pronunciado”. (Helena Blavatsky, Isis sin Velo).

2.Alain Porte, Shiva, el Señor del Sueño.

3.Cuento adaptado de Devdutt Pattanaik, Shiva, una introducción.

4.Ciclo de existencia en el mundo.

5.Textos Sagrados


                                                                                                                           

Cuento Hindú.


Cuento: El Gusano y la Reina de las Mariposas


En un hermoso bosque, vivía la más preciosa de las mariposas quien fue coronada como la reina de las mariposas; por su sencillez y dulzura con los demás.
Ella era hermosa y le encantaba pintar y dibujar. Una mañana cuando pintaba a una mariquita, se encontró con un gusano. Este le preguntó
-¿Por qué un ser tan precioso desperdicia su tiempo?- Y ella le respondió:

- Practicar el arte de pintar te ayuda a expresar la vida, la naturaleza y el amor que llevas por dentro. Además te convierte en un ser más sensible con los demás.
Al gusano no le pareció tan convincente la explicación dada por la mariposa y fue donde la reina de las hadas, a pedirle le explicara lo que dijo la reina de las mariposas.
Ella después de escucharlo y explicarle le dijo:
- ¡Eres muy testarudo señor gusano!, has hablado con el ser más dulce de este bosque y no has podido sentir el gran amor que siente este pequeño ser por los demás.

El gusano, reflexionó en las palabras que dijo la reina de las hadas e inmediatamente volvió donde la mariposa y sin interrumpirla la observó cariñosamente y le dijo:

- ¡Hermana mariposa! Hoy he aprendido que amar a los demás no es tan difícil como pensaba, solo debemos abrir nuestros corazones y dejar a un lado nuestros temores y egoísmo. La mariposita lo escuchó atentamente y dijo:

- ¡Tú lo has dicho hermano gusano! Abramos nuestros corazones para construir un mundo más humano y vivir todos como hermanos. Al terminar de hablar se abrazaron fraternalmente.





                                                                                      

CUENTO HINDÚ: Las Reencarnaciones



Un santón místico tenía una cita con Dios. Por el camino se encontró con otro místico que estaba meditando con la mayor seriedad. El santón, interrumpiendo los mantras del otro le propuso:
¿Voy a ver a la divinidad? ¿Quieres que le hable de ti? ¿Tienes algo que preguntarle?
- Pregúntale cuántas veces tendré que reencarnarme antes de encontrar la liberación -dijo el místico-. He vivido ya tres vidas.
Más lejos el santón se cruzó con un segundo místico, un yogui que danzaba en pleno éxtasis. Le hizo la misma propuesta.
El yogui absorbido por su danza, ignoró al santón. Éste volviendo a pensar en su anterior encuentro, le sugirió al yogui que le podía preguntar a la divinidad cuántas reencarnaciones le quedaban por vivir. El yogui ebrio de danzar, giró sobre sí mismo sonriendo.
A su regreso, algún tiempo más tarde, el santón se cruzó de nuevo con el yogui danzante. Le dijo:
La divinidad me ha hablado. Todavía te quedan tantas vidas por vivir como hojas hay en el árbol que tienes a tu lado.
¡Qué maravilla! -exclamó el danzante-. ¡Eso nada más! Cuando pienso en el número de árboles que hay en el bosque vecino y en el número de bosques que existen en toda la Tierra, ello supone miles de mimllones de hojas. ¡Qué suerte la mía!.
Más tarde, el santón se volvió a encontrar con el primer místico. Éste febril, se acercó a él.
La divinidad me ha dicho que te quedan tres vidas antes de alcanzar la liberación.
Al oir estas palabras el místico cayó en el desánimo:
Es que no se va a acabar nunca esto -exclamó desesperado.


Comentario de Alejandro Jodorowsky de su libro La Sabiduría de Los Cuentos:
A uno tres encarnaciones le parecían insoportables, mientras que al otro unos millares era poca cosa comparados con el infinito. El primero hacía el trabajo con dolor, el segundo con éxtasis.
Igual que los místicos de este cuento existen personas que viven en la congoja y otras en la alegría. Las primeras no conocen la prosperidad. Su vida es toda sufrimiento.
Todo depende de cómo se mire, positiva o negativamente, la realidad. Una vez que se ha tomado conciencia de este estado de cosas, es una simple cuestión de elección.

¿Cómo vivo yo los acontecimientos que ocurren en mi, en mi pareja, mi hermano...mi prójimo?
¿Quizás como dramas? O, ¿los interpreto y los vivo de manera completamente positiva? 
Yo elijo.

                                                                                            cuento Hindú


CUENTO: La Luz de Tu Corazón


Había una vez una niña llamada Lulu que le tenía miedo a la oscuridad.

Todas las noches llamaba a su mamá para que la acompañara, y su mamá se trasnochaba para que ella estuviera tranquila.
Un día le dijo.

- Hijita, por qué me llamas tanto, sabes que tengo sueño y despertarme todas las noches me pone de mal humor.
- Lo que pasa es que tengo mucho miedo mamá.
- A qué le temes, le preguntó su madre intrigada.
- A la oscuridad, le dijo Lulu.
Pues no debes de temer. Sabes, tu tienes una luz interna muy poderosa y está justo en el medio de tu corazón. Esa luz es producto de todo el amor que sientes, por mi, por tu papi y tu hermana. Si piensas en esa luz, ya nunca más sentirás temor.
Lulu vio mucha luz en su habitación a media noche y se puso feliz al saber que la luz de su corazón alumbraría su vida para siempre.

                                                                                                         



 Sabios Maestros

Dos monjes
Dos monjes budistas vuelven a su Monasterio después de las lluvias. Llegan a un río crecido y delante de ellos ven una dama muy hermosa vestida con un delicado kimono de seda, angustiada porque ella no es capaz de cruzar el río por sí misma. Así que, el monje mayor, la sube a los hombros y la lleva con seguridad al otro lado del rio, y los dos monjes siguen su camino en silencio.

Cinco horas más tarde, cuando los dos monjes llegan a su destino, el monje más joven, literalmente furioso, estalla: "¿Cómo pudiste hacerlo?, tocaste a una mujer, sabes que no está permitido hacer eso"

El monje mayor le respondió: "Yo la deje hace 5 horas, pero tú todavía la llevas contigo"

Las Tres Rejas

El joven discípulo de un filósofo sabio lo visita y le dice:

Maestro, un amigo tuyo estuvo hablando de vos con malevolencia.
- ¡Espera! lo interrumpe el filósofo ¿Ya hiciste pasar por las Tres Rejas lo que vas a contarme?
¿Las tres rejas?
- Si. La primera es la VERDAD. ¿Estás seguro de que lo que quieres decirme es absolutamente cierto?
No. Lo oí comentar a unos vecinos.
- Al menos lo habrás hecho pasar por le segunda reja, que es la BONDAD. ¿Es bueno para alguien lo que me vas a decir?
No. en realidad no. Al contrario...
- La última reja es la NECESIDAD ¿Es necesario hacerme saber lo que tanto te inquieta?
A decir verdad, no.
- Entonces, dijo el sabio sonriendo, si no es VERDADERO, ni BUENO, ni NECESARIO, sepultémoslo en el olvido.


El Sabio
Un sabio, cierta tarde, llegó a la ciudad de Akbar. La gente no dio mucha importancia a su presencia, y sus enseñanzas no consiguieron interesar a la población. Incluso después de algún tiempo llegó a ser motivo de risas y burlas de los habitantes de la ciudad.

Un día, mientras paseaba por la calle principal de Akbar, un grupo de hombres y mujeres empezó a insultarlo. En vez de fingir que los ignoraba, el sabio se acercó a ellos y los bendijo.

Uno de los hombres comentó:
"¿Es posible que, además, sea usted sordo? ¡Gritamos cosas horribles y usted nos responde con bellas palabras!".


"Cada uno de nosotros sólo puede ofrecer LO QUE TIENE" -fue la respuesta del sabio-.







Leyenda: El Puente del Inca

Inti, el Sol, era el dios del imperio incaico y el Inca su descendiente directo. Su autoridad era mayor que la de un rey, puesto se lo consideraba hijo del Sol y su misión era reinar y proteger a su pueblo.

Una vez hubo un Inca sumamente generoso; amaba a su gente deseando para todos un imperio rico y soberano. Se preocupaba por igual de los problemas de la vida diaria como de salir a recorrer su territorio de un extremo a otro, tratando de conquistar nuevas tierras. Continuando la tradición de sus antepasados jamás invadía un territorio a la fuerza. Primero invitaba a los pobladores a formar parte de sus dominios; en cambio ofrecía enseñarles a sembrar y aseguraba que nunca les faltaría tierra ni comida. De esta manera casi nunca era necesario luchar.
Un día el Inca cayó gravemente enfermo. Ni los sacerdotes, ni los hechiceros pudieron descubrir de qué mal se trataba; el hijo de Inti se agravaba cada vez más y todos temieron por su vida. Hasta que una tarde, los chasquis, que corrían velozmente de una posta a otra, transmitiendo las noticias de pueblo en pueblo, avisaron a los servidores del Inca, que en el sur existía el remedio que podría curarlo. Inmediatamente comenzaron los preparativos para la travesía a lo largo de la cordillera y cuando todo estuvo listo, partieron desde Cuzco, capital del Tahuantisuyo, en busca del tan preciado remedio.

Una de las cosas que más enorgullecía a los incas, eran los caminos de piedras que se extendían en todo su territorio y que habían sido construidos durante la dinastía Pachacutic. Por ellos anduvieron atravesando valles y montañas; cuando llegaba la noche, acampaban alrededor de las, posadas que se levantaban a los lados del camino. Dentro de la posada descansaba el Inca para reponer sus fuerzas.

No se desalentaron en ningún momento a pesar de la dura y larga travesía; una esperanza mucho más fuerte que todo eso, los alentaba e incitaba a seguir adelante. Querían mucho a su monarca y deseaban fervientemente que recuperara la salud lo antes posible.
Continuaron la marcha por muchos días hasta que por fin, encontraron el nacimiento de un río que corría paralelo al camino y siguieron en esa dirección. Las aguas bajaban torrencialmente levantando nubes de finísimas gotas al estrellarse contra las rocas y el ruido de la turbulenta corriente quebraba el silencio de la imponente cordillera. Los peregrinos siguieron su camino hasta llegar a un punto donde el río cambió su curso en una pronunciada curva al este, cerrándoles el paso. Ahí su caudal era mucho más profundo y su torrente hacía imposible el cruce a la otra orilla.

Hicieron un alto y acamparon decididos a buscar un lugar por dónde poder pasar. Fue así que formaron grupos dirigidos por un guía y se turnaron; mientras unos descansaban otros recorrían la zona tratando de encontrar el paso. Desgraciadamente no tuvieron suerte y los grupos volvían cada vez más desalentados de sus expediciones, hasta que por fin se dieron por vencidos.

Entonces formaron un consejo para decidir qué se haría y después de muchas discusiones y cambios de ideas, llegaron a la triste conclusión de que debían volver. Abatidos, pensaron que su monarca agotado por el viaje no podría resistir el regreso y era probable que no volviera a ver a su querido Cuzco.

Se dispusieron a pasar la noche en ese lugar, para iniciar al otro día el retorno. Rodearon al Inca tratando de estar más juntos y unidos que nunca, como para darse entre sí, el valor y la fuerza que necesitaban para volver y como para protegerse de esa gran pena que los estaba invadiendo momento a momento.

Mientras tanto Inti el Sol, que ya se estaba por ocultar en el horizonte, vio lo que estaba ocurriendo. La hazaña que los incas habían sido capaces de realizar por amor a su monarca, no escapó a la vista del dios y quiso premiar el fervor de este grupo abnegado de súbditos. Entonces consultó con Mama Quilla, la luna, y entre los dos decidieron ayudarlos inmediatamente. Al amanecer del día siguiente, los incas, entre dormidos y despiertos, vieron azorados frente a ellos, un ancho puente tendido que les señalaba el camino. Los dioses lo habían construido para que pudieran pasar. Llenos de alegría reanudaron la marcha con nuevas esperanzas.

Tuvieron mucho que andar todavía y el Inca se agravaba más y más, ya ni siquiera abría los ojos para observar a su gente como lo hacía antes; ninguna palabra volvió a salir de su boca y dormitaba permanentemente. Obligados a hacer muchos altos en el camino porque se fatigaba con facilidad, la marcha se hizo más lenta y penosa, pero no desfallecieron en ningún momento.
Por fin llegaron al lugar indicado; de inmediato se distribuyeron las tareas, mientras unos buscaban las hierbas medicinales, otros construyeron una gran tienda para alojar a su monarca e instalar todo lo necesario para su curación.

No fue en vano todo el extraordinario esfuerzo que dedicaron al Inca; en poco tiempo empezó a mejorar visiblemente para alegría de todos. Felices emprendieron el regreso entre cantos y oraciones de gracias a sus dioses. Los chasquis corrieron velozmente delante de ellos llevando la buena nueva. Todo el pueblo los esperó ansioso y preparó grandes fiestas en su honor. Los templos se vieron resplandecientes, ya listos para ceremonias y ritos de gracias.

El Inca entró en la capital totalmente repuesto; su pueblo lo saludó con cariño y lo acompañó hasta su morada. Poco tiempo después el hijo de Inti volvió a reinar en el Imperio. Desde entonces al noroeste de la provincia de Mendoza, donde pasa el río Las Cuevas, el mismo que interrumpiera el paso de los peregrinos, se levanta el Puente del Inca uniendo las dos orillas y bajo su arco siguen pasando torrencialmente las aguas del río.




Cuento de los Nativos Americanos


Los abuelos transmiten en cuentos la realidad a sus nietos, como en todas las culturas:


Un anciano de una tribu estaba teniendo una charla acerca de la vida con sus nietos. 
Les dijo: Una gran pelea está ocurriendo en mi
interior y es entre dos lobos. Uno de los lobos representa la maldad, el temor, la ira, la envidia, el dolor, el rencor, la avaricia, la arrogancia, la culpa, el resentimiento, la inferioridad, la mentira, el orgullo, la competencia, la superioridad y la egolatría. El otro la bondad, la alegría, la paz, el amor, la esperanza, la serenidad, la humildad, la dulzura, la generosidad, la benevolencia, la amistad, la empatía, la verdad, la compasión y la fe.



Esta misma pelea está ocurriendo dentro de ustedes, y dentro de todos los seres de la tierra.



Lo pensaron por un minuto y uno de los niños le preguntó a su abuelo:



Abuelo, dime… ¿Cuál de los lobos ganará?".



Y el anciano Sioux respondió simplemente... EL QUE TÚ ALIMENTES !!!



Álamos que susurran

Tienen que conocer a mis amigos. Son una hilera de álamos que han crecido pegaditos. El viento mueve sus ramas y sus hojas al unísono, como si fuera un muro de vida que se agita, se retuerce y resuena. No parece que sea el viento que los mueve, sino como si ellos crearan el viento que llega a mis oídos.

Parecen brazos y manos que gesticulan y hablan. Están susurrando en el roce de sus hojas con el aire agitado. Niños que quieren hablarme y explicarme sus sueños. Me hablan de las cosas que han pasado durante el día, de las personas que los han visitado, de los caballos que pastan plácidamente en el prado colindante, hablan de los diversos pájaros que hoy se posaron por sus ramas, de cómo limpian sus picos en ellas y de cómo cantan cuando las ramas se aquietan y se ponen a escucharlos. Y las ramas quietas y silenciosas dejan que el murmullo y el gorgojeo de los pájaros rebote por las hojas y se extienda por el espacio... están fascinadas con sus historias, pues los pájaros vuelan lejos y pueden contar tantas cosas que los árboles no pudieron ver ni percibir...
Y ese coro de árboles canta luego con el viento, canta cuando es movido por el viento, pero también crea el viento mismo.
Esa hermandad de árboles crea las palabras susurradas en el roce de las hojas, ellos cantan el son aéreo, cuentan lo que les da el sol durante el día, lo que les transmite su calor, las imágenes que hay en su luz, imágenes que les cuentan historias del universo, esa luz que los alimenta, los regenera, los construye y les da sentido; esa luz en la que están insertos como en un sueño lleno de miríadas de relatos, y que ellos luego reflejan en los múltiples espejos que se mueven con sus hojas...
Y en la materna noche que los envuelve con su manto de oscuridad lechosa, la luna los acoge en su mágica luz y el viento resuena de nuevo en ellos. Los árboles cuentan entonces cómo fluye por sus venas la vida, y se estremecen con un placer digestivo que saborea la savia vital que los recorre. Ahí sienten el poder de la tierra que se acumula para empujarlos y expandirlos en el espacio, para que crezcan y se desplieguen en ese sueño infantil, en ese maternal acogimiento.
Tienen tantas ganas de contárnoslo todo, y se mueven, gesticulan, resuenan en el roce de sus hojas con el viento, como mudas gargantas que susurran y nos lo cuentan todo, de día y de noche, de cuando la vida fluye a su alrededor, de cuando la vida pulsa y palpita en su interior
Mientras en el día los caballos pacen plácidamente en el prado… o las estrellas los contemplan en la noche.....



                   

Leyenda India: LAS TRES PIPAS

Una vez, un miembro de la tribu se presentó furioso ante su jefe para informarle que estaba decidido a tomar venganza de un enemigo que lo había ofendido gravemente. Quería ir inmediatamente y matarlo sin piedad.

El jefe lo escuchó atentamente y luego le propuso que fuera a hacer lo que tenía pensado, pero antes de hacerlo llenara su pipa de tabaco y la fumara con calma al pie del árbol sagrado del pueblo.

El hombre cargó su pipa y fue a sentarse bajo la copa del gran árbol.

Tardó una hora en terminar la pipa. Luego sacudió las cenizas y decidió volver a hablar con el jefe para decirle que lo había pensado mejor, que era excesivo matar a su enemigo pero que sí le daría una paliza memorable para que nunca se olvidara de la ofensa.

Nuevamente el anciano lo escuchó y aprobó su decisión, pero le ordenó que ya que había cambiado de parecer, llenara otra vez la pipa y fuera a fumarla al mismo lugar.

También esta vez el hombre cumplió su encargo y gastó media hora meditando. Después regresó a donde estaba el cacique y le dijo que consideraba excesivo castigar físicamente a su enemigo, pero que iría a echarle en cara su mala acción y le haría pasar vergüenza delante de todos. Como siempre, fue escuchado con bondad pero el anciano volvió a ordenarle que repitiera su meditación como lo había hecho las veces anteriores.

El hombre medio molesto pero ya mucho más sereno se dirigió al árbol centenario y allí sentado fue convirtiendo en humo, su tabaco y su bronca. Cuando terminó, volvió al jefe y le dijo: “Pensándolo mejor, veo que la cosa no es para tanto. Iré donde me espera mi agresor para darle un abrazo. Así recuperaré un amigo que seguramente se arrepentirá de lo que ha hecho”.

El jefe le regaló dos cargas de tabaco para que fueran a fumar juntos al pie del árbol, diciéndole: “Eso es precisamente lo que tenía que pedirte, pero no podía decírtelo yo, era necesario darte tiempo para que lo descubrieras POR TI MISMO”.



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