Una dieta macrobiótica típica estaría compuesta por:
50-60% de gramos de cereales.
20-25% de vegetales.
5-10% de legumbres.
5% de sopas.
Proporciones variables de algas marinas.
Se evita todo tipo de carnes, leche o productos lácteos, y suele ser raro entre sus seguidores el consumo de suplementos vitamínicos (Kushi & Jack, 1987) por lo que suelen aparecer graves carencias nutricionales.
Así, el consumo de una dieta macrobiótica puede conducir a una deficiencia proteica, cuanti y cualitativa (aporte de proteínas de baja calidad) y a una importante carencia en vitamina B12, C y de vitaminas liposolubles (A y D). Además, posee un bajo contenido en calcio y hierro cuya absorción está dificultada por la presencia de filatos. Entre las deficiencias nutritivas detectadas por los consumidores de dicha dieta destacan la anemia, escorbuto, hipocalcemia e hipoproteinemia. Como ya se ha comentado, la limitación del agua de bebida aconsejada por el sistema macrobiótico es otro grave peligro. No es de extrañar, por tanto, que algunos de sus seguidores recomienden olvidarse de todo lo que se sabe de nutrición".
Aunque la dieta macrobiótica es una dieta antigua, ha sido considerada como un grave riesgo para la salud de la población (Gran Jurado del Estado de Nueva Jersey, 1966), conociéndose casos de muerte entre sus seguidores. En la actualidad vuelve a resurgir e incluso revistas de divulgación femenina la han presentado como una verdadera panacea.
La dieta macrobiótica divide a los alimentos en dos tipos:
Alimentos Ying
Son los alimentos que se deben consumir escasamente, pues su energía es debilitante: azúcar, miel, bebidas alcohólicas, frutas tropicales como el plátano, mango, kiwi, papaya, piña, sandía, ciruela, verduras como las papas, berenjena, tomate, ajo y remolacha, lácteos, pan blanco, embutidos, carne, huevos, almejas, vitamina C, especias, alimentos procesados, conservas, colorantes o ingredientes químicos.
Alimentos Yang
Son los alimentos necesarios, pues su energía es tonificante: cereales (trigo, centeno, maíz, cebada, mijo, avena), legumbres, algas marinas, ocasionalmente pescado, vitaminas A, B6, D, E y K, y vegetales cultivados sin pesticidas, en huertos caseros, lo cual ha encontrado gran aceptación entre los rivales de la industria alimentaria. Es muy importante preparar los alimentos al vapor y se debe cocinar con sal marina no yodatada.
Ejemplo de menú
Desayuno
Un té bancha o té mu
Una crema de mijo o de arroz sésamo con canela y pasas
Galletas de arroz con puré de sésamo o paté vegetal
Almuerzo
Una sopa de mijo o de verduras con algas y salsa de soya
Un plato combinado de arroz integral hervido con alga kombu y proteína vegetal (legumbres, seitan o gluten de trigo, tofu o queso de soya, tempeh o soya fermentada)
Un poco de manzana cocida, o cereales (sémola de maíz o de trigo) con gelatina de fruta hecha con alga agar-agar
Una taza de té bancha
Merienda
Un té
Galletas de arroz con mermelada o paté vegetal
Cena
Una sopa de verduras con shiitake (hongo japonés) y daikon (especie de nabo)
Verduras al vapor
Arroz o un poco de pescado
Cuidado con los inconvenientes
Tomar tan pocas proteínas te puede llevar a un riesgo de sufrir anemia y desnutrición. Con esta alimentación se han detectado casos de escorbuto y déficit de calcio. Además, como se restringe el beber agua, se pueden sufrir problemas de deshidratación o insuficiencia renal.
Como habrás notado, muchos de los alimentos son difíciles de conseguir por ser de origen japonés (mijo, soya, algas, tempeh, tofu, etc.). Y tal vez te incomode que al no comer muchos alimentos, puedas limitar tu vida social y familiar y termines rodeándote de puros amigos macrobióticos.
No es conveniente llevar a cabo esta dieta sin ningún tipo de control médico, pues como evita el consumo de suplementos vitamínicos, su bajo contenido de calcio y hierro, los principales aliados de la mujer, puede ocasionarte deficiencias nutritivas.
Si te decides a probar esta dieta, es importante hacerte periódicamente un examen médico para tener bajo control tus niveles de hierro y vitamina B12.
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