A menudo las personas se preguntan para que es apropiada la Reflexología Podal, en este artículo trataremos de explicarlo de forma sencilla.
Cuando el terapeuta de Reflexología Podal comienza a trabajar el pie, conectamos con nuestro sistema nervioso central (una gran centralita de comunicaciones) que se encarga de transmitir el impulso nervioso desde las zonas del pie, provocando una respuesta, tanto a nivel cerebral, como de la médula espinal. Una vez en la médula espinal, las fibras nerviosas envían la información tanto a ramas ascendentes como descendentes y colaterales y a la zona sensitiva de la corteza cerebral. Los responsables del impulso son unas sustancias llamadas neurotransmisores, fabricados y almacenados en pequeños depósitos por las propias células nerviosas para ser utilizados cuando sea necesario.
Mapa Zonas Reflejas
Al introducir un impulso de presión sobre una zona del pie, lo primero que se localiza son los puntos de dolor. Cuando éstos se estimulan, provoca que esa información se transmita a toda velocidad a lo largo de las fibras nerviosas, lo que pone en marcha los mecanismos de regulación del cuerpo. En la mayoría de los casos, estos puntos se encuentran asociados a zonas de depósitos que al tacto pueden parecer pequeños cristales. Generalmente la respuesta a esa presión es de diferentes tipos: en algunos casos notamos sólo presión al tacto y en otras sensaciones de calor o frío.
Una vez localizados estos puntos se mantiene la presión sobre ellos, sin alcanzar el umbral de dolor en las zonas reflejas. La reacción principal que produciremos en la persona será de relajación, formando endorfinas (hormonas de comunicación entre el sistema nervioso inmunológico y endocrino) que ayudarán en el proceso de recuperación. A partir de aquí será el organismo el que comience a regularse, produciendo numerosos neurotransmisores encargados del equilibrio interno que le conducirá a la salud.
La Reflexología Podal es apropiada para problemas crónicos como la esclerosis múltiple, lesiones de espalda, hernias discales que no se pueden operar. En estos casos, esta terapia mejora la calidad de vida de la persona, haciendo que su dolencia se ralentice y permitiéndole encontrarse mejor. Si la unimos a otras técnicas (masaje o drenaje) potenciaremos sus resultados.
Es recomendable, un vez cumplido el tratamiento, se lleve a cabo un seguimiento gradual con sesiones de mantenimiento.
Nuestro buen funcionamiento se ve interrumpido por diferentes circunstancias tanto físicas como emocionales. El tratamiento con terapias manuales nos va a permitir alcanzar la recuperación del cuerpo y del sistema inmunológico logrando estados de felicidad y bienestar.
A lo largo de estos años he constatado la capacidad que tiene nuestro organismo para recuperarse, se trata de darle la oportunidad y saber utilizar estos mecanismos.
Los pies, por ser los que nos vinculan a la tierra y los que nos soportan, tienen infinidad de receptores que nos permiten darnos cuenta de como estamos estabilizados en el espacio, de las rugosidades del terreno que pisamos, de cómo deben ajustarse el resto de nuestro cuerpo para caminar, correr o mantenerse estático. A través de ellos, nuestros pies, absorbemos energía de la tierra y también la descargamos. ¿Quién no se ha sentido liberado de cargas al pasear descalzo sobre la arena…….?
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